Guillier: crónica de una candidatura fallida
Rafael Mies profesor Universidad de Los Andes
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Rafael Mies
Esta columna la escribo desde la Universidad de San Diego, donde estoy hace casi un año como profesor invitado investigando y dando clases en la escuela de liderazgo.
He tenido el privilegio de vivir de cerca los debates presidenciales y la inesperada victoria del Donald Trump sobre Hillary Clinton, la favorita para quedarse con el sillón presidencial de la Casa Blanca.
Para salir ganador Trump, al igual que Bachelet y la Nueva Mayoría, ofreció a sus electores cambios importantes en materias muy significativas: salud, seguridad, impuestos, etc.
Pero a diferencia de la Nueva Mayoría, son cambios en los que existe un amplio consenso que sí pueden implementarse sin mayor riesgo de paralizar el país. Es más, con una alta probabilidad de éxito.
De hecho, en lo que al mercado respecta, a pesar del evidente rechazo que para muchos genera Trump, solo se ha visto una reacción positiva y sostenida de los mismos.
Incluso acá en California, un lugar emblemático del partido demócrata, pocos están pensando en que el próximo gobierno será un caos o que el crecimiento económico se va a frenar una vez que Trump asuma este 19 de enero como nuevo Presidente.
Muy distinta es la situación chilena que desde la distancia aparece sumido en un pesimismo, que si bien es una característica casi estructural nuestra, se encuentra exacerbado por un gobierno literalmente paralizado y una coalición de partidos oficialistas disputándose los despojos de los que aún apoyan con sus votos a la Nueva Mayoría.
Significativo es el emergente liderazgo de Guillier como cabeza de la coalición oficialista, quien adolece de casi todas las características por las cuales alguien pueda ser considerado líder. Su figura, carente de propósitos claros, más que evitar una alternancia en el poder, no hace más que reflejar la falta de contenidos de la actual coalición gobernante.
Por otra parte, Guillier, al buscar el apoyo transversal de la Nueva Mayoría desde el PC hasta la DC, sin dejar de lado la bancada estudiantil, se ha inhabilitado para proponer cualquier innovación interesante y se entrampa en un sistema cerrado e inmune al cambio, como es el programa refundacional de la Nueva Mayoría.
Salirse de ese programa, por malo que este sea, va a afectar la sensibilidad de alguna facción de la Nueva Mayoría, restándole votos que a todas luces no está dispuesto a arriesgar.
La mala noticia es que en la eventualidad de ganar la elección presidencial es prácticamente imposible que a Guillier, y lamentablemente al país, le vaya mejor que con Bachelet
La buena noticia, al menos para mí, es que como en “Crónica de una muerte anunciada” con el nivel de rechazo actual al proyecto de la Nueva Mayoría, si Guillier no modifica su discurso, es muy difícil que él tenga alguna posibilidad de ganar la próxima elección presidencial.